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El grupo La Puebla En Transición ha querido reconocer con su 4º Premio al colegio San José de Calasanz y al puebleño Rafael Velasco. La Plaza Información ha hablado con este ex profesor cuya generosidad le llevó a ceder su terreno para que el Ayuntamiento de La Puebla de los Infantes pusiera en marcha los huertos sociales comunitarios.
El compromiso de Rafael Velasco con La Puebla de los Infantes le ha hecho merecedor del cuarto premio del grupo La Puebla de los Infantes En Transición. “Ha sido algo inesperado, pero para mí supone una gran satisfacción y una enorme responsabilidad por venir de quien viene. La Puebla en Transición defiende unos valores muy interesantes y las personas que la componen son gente muy íntegra y honesta”, comenta Rafael.
Nació en Palma del Río y parte de su infancia la pasó en Peñaflor, aunque ya se considera puebleño. “He pasado la mayor parte de mi vida aquí, mis hijos han hecho sus vidas aquí y me siento muy bien en este pueblo”, afirma.
Profesor jubilado
Su vida ha estado dedicada a la enseñanza desde los 22 años. Primero fue maestro del Colegio San José de Calasanz a donde llegó después de dar clases en Lebrija y Sevilla. Como consecuencia de la LOGSE se creó el IES Celti en el municipio, así que decidió estudiar por la UNED y sacar la plaza para ser profesor de Lengua y Literatura. Siempre ha estado muy implicado en la comunidad educativa, comenzó como secretario en el Instituto, pero llegó a ser director hasta sus últimos días como docente.
En 2012, cuando acababa de ser nombrado de nuevo director del centro decidió jubilarse. “Pensé que tenía que disfrutar de los años que todavía me quedan con salud y dedicarme a las cosas que me gustan”. A partir de ahí su compromiso con La Puebla de los Infantes y sus vecinos ha ido en aumento.
Un ejemplo de ello son los huertos sociales comunitarios que se pusieron en marcha gracias a su generosidad ya que cedió parte de su terreno al Ayuntamiento. “La gente comenzó a movilizarse porque en los pueblos de alrededor estaban organizando huertos sociales, pero el Ayuntamiento de aquí tenía muchas dificultades para conseguir el terreno, así que me ofrecí para que, además de mi huerto en mi trocito otras personas pudieran sembrar”, explica Rafael. Puso dos condiciones: por una parte, que la producción de los huertos fuera ecológica; y por otra parte, que los huertos fueran comunitarios, “estábamos allí para ayudarnos unos a los otros, si una persona estaba fuera y no podía regar, había otra que lo podía hacer, o por ejemplo hacíamos intercambios de alimentos si teníamos algún excedente”, comenta. En total llegó a haber 57 huertos hasta hace algunos meses que el Ayuntamiento decidió trasladarlos a una nueva ubicación. “Ha sido una experiencia muy interesante, era un sitio en el que daba gusto estar”, afirma.
Comprometido con La Puebla de los Infantes
Hace justo un año decidió poner en marcha el blog “La Puebla de los Infantes, un pueblo encantador”, en el que va descubriendo el municipio al lector a través de su gente y sus tradiciones. “Quiero devolverle al pueblo todo lo que me ha dado poniendo en valor toda su riqueza tanto antropológica como histórica y gastronómica”, comenta. Muchos de sus artículos parten de actividades que ha trabajado con sus alumnos en clase, “me gustaba que salieran del aula porque conociendo su entorno es como pueden trabajar para su progreso”, afirma.
Otra de sus pasiones actuales ,que nació también fruto de su compromiso con La Puebla, es el club de senderismo El Santo Por Montera. Rafael fue uno de sus fundadores junto con Rogelio Fernández y Francisco Martínez hace ya 7 años, cuando en el marco del programa “Ciudades contra la droga” decidieron organizar excursiones al campo “para que los chavales tuvieran una alternativa al botellón”, explica. La realidad hoy día es que es uno de los grupos de senderismo más fuertes de toda la comarca y participan dentro de una red que les ha permitido posicionar La Puebla de los Infantes como destino turístico. “Al final son más los padres y abuelos de esos chavales los que se animan a caminar con nosotros, no hemos conseguido que vengan muchos jóvenes, pero sí que se conozca el pueblo fuera”, comenta Rafael.
Rafael vive entusiasmado de su jubilación, comprometido con el pueblo que lo acogió hace 41 años, sigue disfrutando de su huerto, escribe poesía y afirma ser feliz porque se dedica a las cosas que le apasionan.
