Los mantecados de Trigo llevan cuatro generaciones endulzando la navidad a los cazalleros

De izquierda a derecha, los hermanos Trigo, Antonio, Jesús y José Salvador.

Foto de la primera plantilla de la fábrica en 1930. Foto: La Plaza Información.

La familia Trigo lleva desde 1930 produciendo mantecados artesanos en Cazalla de la Sierra.
Los clientes se amontonan en la tienda de la fábrica de mantecados Nuestra Señora del Monte. Aunque para muchos es pronto, la navidad está a la vuelta de la esquina y muchas familias aprovechan los fines de semana que pasan en el pueblo para visitar esta fábrica familiar y hacer acopio en sus casas de los productos típicos de las pascuas. Detrás del mostrador los reciben Antonio, Jesús, y José Salvador, los tres hermanos de la familia Trigo que actualmente  gestionan este negocio familiar. Un médico y dos profesores que son la tercera generación de una familia que tiene raíces estepeñas y que hace más de ochenta años emprendió un negocio artesano de mantecados en su casa de la calle Virgen del Monte. “Nuestros abuelos por parte de padre, Antonio e Isabel, lo montaron en nuestra casa y en el año 1972 nos mudamos a esta fábrica”, recuerda Jesús, el mayor de los hermanos.
Pero el origen de esta familia está también en la mismísima Micaela Ruiz, La Colchona, a quien se le atribuye la expansión del mantecado porque mejoró la receta tradicional para que éste no perdiera sus cualidades al transportarlo y fundó la primera fábrica de mantecados en Estepa. Una de las hijas de esta emprendedora del siglo XIX formó parte de la primera plantilla de la fábrica de mantecados de Cazalla en el año 1930 y es la bisabuela por parte de madre de los hermanos Trigo. Aunque sus abuelos fundaron el negocio, realmente el que le dio el empujón definitivo fue su padre Jesús, “tenía seis hijos que alimentar y siendo ATS y funcionario del Ayuntamiento era complicado sacarlos adelante”, explica José Salvador que también apunta el empeño de su progenitor por mantener la tradición familiar.
El trabajo en esta fábrica comienza a mitad de octubre, por el día del Pilar, y finaliza entre mitad y finales de diciembre. “No empezamos antes porque aquí trabajamos diferente que en Estepa, nosotros no almacenamos producto” comenta José Salvador, “al producir a demanda el mantecado que compra la gente tiene como máximo cuatro o cinco días”, añade. La producción del último día de la campaña la destinan a ONG y comedores sociales.
Con mucho esmero las manos de las mujeres del pueblo continúan envolviendo estos dulces hechos de manteca que cada año llegan a muchísimas familias. Antiguamente trabajaban en la fábrica las mujeres mocitas que con el dinero que ganaban montaban su ajuar con el que llegaban al matrimonio. Aunque esto ha cambiado, los hermanos Trigo aseguran que los trabajadores “son gente muy comprometida y que llevan mucho años en el negocio”, en total emplean a doce personas del pueblo, además de algunos de sus hijos que ya son la cuarta generación.
El proceso de fabricación implica la preparación de las materias primas, fundamentalmente los cinco ingredientes básicos del mantecado: canela, azúcar, harina, almendra y manteca, a los que van añadiendo diferentes productos para hacer las más de 25 variedades que actualmente ofrecen, aunque nunca paran de innovar. A los tradicionales polvorones, roscos de vino, alfajores y mantecados incorporaron hace unos años más especialidades bañadas en chocolate. “Realmente la I+D solo la podemos hacer en época de campaña que es cuando tenemos las máquinas en marcha”, bromea José Salvador, “el año pasado sacamos el chocolatino de naranja y este año ya estamos pensando en alguna nueva variedad”. También están trabajando en una nueva línea de producto que sustituye la manteca por el aceite y elaboran mantecados sin azúcar a demanda.
En total elaboran unos cuarenta mil kilos cada temporada,  “somos conscientes de que no es una gran producción, pero hay que tener en cuenta lo artesanal que son estos productos y el trato que le damos a los clientes”, apuntan a La Plaza Información. La comercialización del producto va desde una de las técnicas más novedosas como es la tienda online, hasta la atención directa en la fábrica o el boca a boca de amigos de cazalleros que hacen sus pedidos por teléfono. También se pueden encontrar estos mantecados en algunos negocios locales y tiendas de Cataluña. “La tienda electrónica nos ha permitido recuperar el contacto con clientes de toda la vida que habían dejado de comprar porque el familiar o persona que conocían en Cazalla había fallecido”.
Ahora estos tres hermanos confían en que sus hijos quieran seguir con la tradición. “Nuestra motivación es que la tradición perdure porque nuestros ancestros dieron todo por este negocio y, aunque este negocio no dé para vivir a tantas familias, tenemos un compromiso con la clientela fiel que cada año viene buscando la calidad de nuestro producto, así como con los trabajadores”, explica José Salvador.