Un poema a Cazalla. Julio Ortiz
Oleaje de montañas,
rompiendo…
sobre las casas blancas.
Sobre el mar…
de encinas y olivos,
y un otro mar,
invertido,
de espuma de nubes blandas,
el islote se yergue,
se alza,
adornado de espadañas.
¡Amarra el velero!
-dice el navegante viejo-
¡que es buen puerto!
¡Despliega las velas!
-contradice el grumete viejo-
¡que hay buen viento!
¿Dónde están los sueños,
en el islote solo,
o sólo en el mar inmenso?
Y la pregunta,
sin respuesta, sin eco,
se pierde,
en el mar adentro,
entre los olivares,
las nubes blandas,
por las sinuosas calles…
y en el mar de dentro.
Un gran poema el de Julio Ortiz, que muestra que se puede hacer poesía sobre Cazalla sin mencionar la Ribera del Huéznar, la Virgen del Monte y los demás tópicos, aunque se hable de ellos. Enhorabuena, Julio.
Gracias Eduardo. Los poemas los escribe uno, no se sabe cómo ni de dónde nacen; pero si es cierto que son de todos.
Saludos
Bonito e intenso poema Julio, y como dice Eduardo, vacío de tópicos. Felicidades.
Gracias Leopoldo. Todos somos, a la vez, navegantes viejos y grumetes viejos, persiguiendo allí o lejos de allí los viejos sueños.
Un poema dulce para una preocupante duda que se pierde en la niebla del mar.
Duda y certeza, juntas, casi como hermanas, intercambiables, tras una tenue lucesita, casi imperceptible en la niebla, que brilla lejos, muy lejos, casi donde reside el infinito.
Un abrazo amigo